Fotografía: Beatriz Ariza Rossy
Como quien quiere limpiarse el polvo del ojo con las manos llenas de polvo, a menudo tenemos intenciones paradójicas: buscamos solucionar un problema con los mismos ingredientes que lo causaron. Por ejemplo, esto ocurre con el pensamiento, que a menudo nos causa problemas y buscamos resolverlos pensando más.
Fue Victor Frankl quien detectó este comportamiento, esta tendencia humana a la hiperreflexión. Por ello fundó la Logoterapia, con el objetivo de que la persona no centrase su atención en el problema, sino que fuera capaz de ser trascendente consigo misma, y observar qué podía haber en sus procesos internos, en sus pensamientos y emociones, que le produjese determinado estado mental/emocional, más allá del foco de atención en un problema determinado que la persona pudiera razonar o considerar.
El propio Victor Frankl en “El hombre en busca de sentido” explica algunos ejemplos muy ilustrativos, como éste:
“El temor al insomnio da por resultado una hiper-intención de quedarse dormido que, a su vez, incapacita al paciente para conseguirlo. Para vencer este temor especial, yo suelo aconsejar al paciente que no intente dormir, sino por el contrario que haga lo opuesto, es decir, permanecer despierto cuanto sea posible. En otras palabras, la hiper-intención de quedarse dormido, nacida de la ansiedad anticipatoria de no poder conseguirlo, debe reemplazarse por la intención paradójica de no quedarse dormido, que pronto se verá seguida por el sueño.”
Pero existe un modo de resolver esta paradoja. ¿Alguna vez has sentido que eras dos personas, uno que estaba haciendo algo y otro que observaba al primero? Esta capacidad humana es lo que Victor Frankl denominó autodistanciamiento, y es lo que permite que no nos empequeñezcamos en nuestra experiencia particular, que podamos capitanear nuestro barco y comprender todas nuestras voces interiores desde una escucha más amplia. Autodistanciarse, mirarse desde fuera, tener consciencia de uno mismo, ser capaz de auto-observarse como a un objeto, nos permite que nos riamos de nosotros mismos, que relativicemos y que trascendamos nuestra subjetividad, nuestro pequeño mundo del “yo”, fuera del cual hay visión global y sentido.
¿Y cómo autodistanciarse? Existen muchas formas, entre ellas:
Preguntarnos a nosotros mismos
Observar lo que hacemos sin juzgarnos, para sacar conclusiones que nos ayuden a conocernos mejor
Tomar elecciones conscientes
Dar tiempo y espacio a nuestras partes menos conscientes, a nuestra intuición y nuestras emociones, para expresarse y así podamos conocernos a nosotros mismos en todas las dimensiones de nuestra persona
Darnos auto-reconocimiento o tener gestos de amor hacia nosotros mismos como si de un mejor amigo o amante se tratase
Observarse… no significa reflexionar como un hamster, que gira y gira volviendo siempre sobre sí mismo. Observarse implica salir fuera para volver a entrar, y entrar siempre con intención de volver a salir. Observarse no es juzgarse, ni etiquetarse, sino sólo mirar desde fuera pasivamente. Observarse significa auto-conocerse, trascender y trascenderse, ir más allá de la subjetividad, pero desde la subjetividad.
“Conócete a ti mismo y conoce a tu enemigo y en cien batallas no correrás peligro” Sun Tzu en El Arte de la Guerra
Para poder observarte necesitas estar en la acción, sino sólo te observarás pensando, y acabarás haciendo aquello que a veces hacen los niños, que piensan sobre que están pensando, y no salen del bucle. En la acción es donde creces, aprendes, escuchas, evolucionas… sin acción no hay aprendizaje, y el pensamiento se vuelve circular. Igual que sin pensar y reflexionar, de poco sirve acumular experiencias y hacer muchas cosas, si nunca paras a aprender de ellas.
¡Lidera tus partes! ¡Actúa además de reflexionar! Y pregúntate cómo quieres pensar, cuándo y, sobre todo, PARA QUÉ? Si tu fin es ser feliz, piensa sólo en la medida en que te haga feliz. Utiliza tus recursos a tu favor, porque están ellos para ti, no tú para ellos. ¡Sé el dueño de tu vida, el capitán de tu alma!
¡Feliz semana!
Beatriz Ariza Rossy
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Breve fragmento en audio de la película “Desmontando a Harry“, de Woody Allen (1997)
Poema 24 del Tao te ching, de Lao Tsé, traducido por Stephen Mitchell
Fragmento de El hombre en busca de sentido de Frankl
Ética a Nicómaco y Metafísica de Aristóteles
Comentarios
me alegra, gracias!
muy interesante